domingo, 10 de febrero de 2013

Besos en la República de la Muerte

En el silencio de la noche, en plena oscuridad, dentro de un nube de gases mortales, cientos de celulares suenan ininterrupidamente; en una búsqueda desesperada de quienes llamaban para que la peor de las suposiciones no fuera cierta. Allí quedó ese teléfono con ciento cuatro llamadas perdidas, con padres hermanos y amigos esperando que el milagro ocurriese y poder llorar de alegría por tener a uno de los suyos vivo. Las lagrimas fueron de desesperación, dolor y bronca.Algunos policías contestaban las llamadas. “Llamé a mi hijo y un policía me atendió y me dijo que estaba muerto”, cuenta Ana Paula Oliveira, madre de Pedro Oliveira Salla.
"Incendio en la Kiss, socorro", Michele Cardozo posteó este mensaje a través de su celular en Facebook a la 3:20 de la mañana del 27 de enero de 2013.Michele recibió respuestas inmediatas preguntando si estaba bien. Era muy tarde. Michele ya había muerto asfixiada buscando una salida, al lado de su hermana Clarisse.  En esa madrugada murieron doscientos treinta y cuatro jóvenes entre dieciocho y treinta años, 
Ocho años antes a mil cien kilómetros de Santa María, ciento noventa y cuatro pibes encontraron la muerte en una situación bastante similar con un número de heridos cercano a las mil cien personas.
Callejeros y Gurizada Fandangueira, serán bandas malditas a partir de las noches en que cada una de las tragedias les marcó la suerte.
Rua dos Andradas 1925 y Bartolome Mitre 3070, los lugares de las tragedias, fueron  a partir de ellas lugares convertidos simultáneamente en grandes cámaras de gas y santuarios.
Kiss y República de Cromagnon, comparten una ruta de impericia, irresponsablidad, egoísmo asesino y corrupción que convierten a estas tragedias en productos derivados de la desidia por la vida humana. 
Las bengalas encendidas en lugares cerrados, son el arma mortal que desencadenan las dos masacres-
En Kiss tocaba la banda Gurizada Fandangueira. Marcelo Santos, el cantante, hizo lo de siempre en sus conciertos: Alzó en la mano una bengala. Y como parte del espectáculo surgió del escenario la pirotecnia conocida como “lluvia de estrellas” cuando tocaban su quinto tema.
Kiss contaba con una habilitación para seiscientas noventa y una persona, esa noche en el local se calcula que había más de mil.
En Cromagnon , la muerte había dado señales de su llegada en un par de oportunidades antes que decidiera su definitivo arribo. En mayo de 2004, durante un recital de Jovenes Pordioseros, un principio de incendio causó la evacuación de todos los espectadores y debió ser extinguido por el personal de seguridad. El 25 de diciembre, una semana antes de la catastrofe, se produjo otro foco de incendio que pudo ser sofocado.
Callejeros, llega a esa noche fatal, como la banda de las bengalas. La carga de esa mística hace que Chabán (dueño de Cromagnon), al ver como venía el ambiente, se subiera al escenario y dijera " No sean pelotudos. No tiren bengalas. Acá hay 6000 personas y no quiero que pase lo de Paraguay (refiriendose a un incendio en un shopping de ese país con cientos de muertos). Si alguien prende algo nos morimos todos."
Cromagnon estaba habilitado para realizar espectáculos con una capacidad de hasta mil treinta y una personas, esa noche de diciembre se encontraban allí más de cuatro mil quinientas.

Los propietarios de Kiss habían hecho retirar los matafuegos del local por cuestiones estéticas  en Cromagnon diez de los quince extintores se encontraban despresurizados.
Kiss contaba con una sola salida de emergencia sin señalizar, por lo que en el medio de una nube negra de cianuro el cartel verde que señalizaba los baños fueran confundidos con ellas, a lo que hay que agregar que las ventanas de los baños se encontraban selladas. Como resultado de todo esto, el noventa por ciento de los cuerpos fueron encontrados en ese lugar.  La salida de esta trampa mortal fue aún más dificultosa ya que los guardias de seguridad interpretaron que la marea de gente queriendo salir del local era causada  como fruto de una pelea entre parroquianos y su intención de irse sin pagar sus consumiciones.
En Cromagnon, las puertas de emergencia se encontraban atadas con cadenas, para evitar que por allí ingresaran seguidores de Callejeros sin abonar entrada.
La habilitación por parte de los cuerpos de bomberos locales, se encontraban vencidos para ambos locales.
En Kiss la bengala lanzada por uno de los integrantes de la banda  hace arder  el techo del local recubierto con espuma acústica, la que en contacto con el fuego genera gas cianuro. El humo negro tardó solo quince segundos en ocupar todo el sitio.
En Cromagnon, la bengala lanzada por alguien del público ubicado cerca del escenario, se estrella contra la media sombra puesta cerca de los techos del local de manera decorativa. La combustión de esa malla originó dióxido y monoxido de carbono y acroleína, aumentando la cantidad de humo y goteando sobre los asistentes, ocasionándoles quemaduras. Según informe técnicos de organismos oficiales el volumen de ácido cianhídrico, con el local lleno, alcanzaba los 255 ppm, siendo el nivel letal para ratas de laboratorio de 150 a 220 ppm. El foco de incendio comenzó en una superficie de unos 20 a 30 centímetros, pero comenzó a expandirse rápidamente debido a la presencia de espuma acústica. El material del techo comenzó a quemarse y a liberar gases tóxicos, la temperatura alcanzó los 400º C y la combustión terminó una vez que se había consumido todo el material. Al disminuir la temperatura, el humo tóxico comenzó a descender y  ser aspirado por las personas que se encontraban en el lugar. El humo a altas temperaturas produce edema pulmonar y tapiza las mucosas formando una capa impermeable al oxígeno, algo que afectó a muchas de las víctimas del incendio.

La habilitaciones de Kiss y Cromagnon, han tenido un cúmulo de irregularidades, en ambos casos los organismos de contralor cerraron los ojos ante incumplimientos flagrantes a las normativas que regulan el funcionamiento de estos locales, los que de aplicarse de manera efectiva hubieran significado que ninguno de los dos locales, al momento de desastre deberían haberse encontrado funcionando.
Tanto en Santa María como en Buenos Aires, correr en busca de una salida desesperada y de que forma caer al piso arrastrado por la marea humana es la diferencia entre la vida y la muerte. Caer boca abajo evitaba en gran parte inhalar los gases mortales que invadían los locales, quedar tendido en el piso boca arriba era casi una segura sentencia de muerte.
En Santa María la morgue local tiene la capacidad para alojar diez cuerpos, por lo que el Centro Deportivo Municipal funcionó a manera de ella y ese fue el lugar donde los familiares debieron reconocer los cuerpos de sus familiares.

En Buenos Aires, la morgue local tampoco tenía la capacidad para soportar los cádaveres producidos por la tragedia y sus familiares peregrinaron decenas de horas queriendo saber la suerte de sus seres querido por la morgue judicial (que brindaba información confusa y a cuentagotas) y por todos los hospitales radicados en la Ciudad.
Luego de la tragedia de Cromagnon, se sucedieron muertes de familiares afectados de manera irreparable por la perdida de sus seres queridos. Se produjeron suicidios e intentos de suicidios de aquellos que sobrevivieron. Segura y lamentablemente esto se repetirá entre las victimas y familiares de lo ocurrido en Kiss. La muerte pareciera dar por terminada su labor en una noche de pesadilla. Las pesadillas continuaran rondando a todo ese grupo de personas para la cual su vidas jamás serán las mismas después de esa noche de enero.
Politicos corruptos, bandas irresponsables y empresarios inescrupulosos conforman parte de un cuerpo inseparable que lleva a los jóvenes a la muerte.
De no variar todos estos actores, cada determinada cantidad de tiempo nos veremos obligados a llorar nuevas víctimas. Es una obligación moral colectiva, variar la forma en que nuestras sociedades se desenvuelven.
La justicia debe condenar a los responsables, es el comienzo imprescindible para no repetir catástrofes  Es necesario, pero no alcanza. Debe haber un cambio mayor, y ese cambio depende de todos, más allá del país en que vivas.
La locura de la sociedades en que vivimos ha transformado a la música y a los recitales (la celebración de aquella), en una posibilidad de muerte. Perder generaciones de jovenes, es la forma más aberrante de matar al arte.

Hemos encontrado, y repetido una formula para perder casi quinientos chicos en dos recitales (Escasa o nulas salidas de emergencia, bengalas, hacinamiento y corrupción). Es hora de cambiar la fórmula, para no seguir llorando por centenares de jovenes vidas inconclusas por la estupidez de los mayores

1 comentario:

  1. No puedo agregar más palabras , están muy bien utilizadas, sólo queda el dolor y la esperanza que dejen de ser cómplices de la Muerte

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